Los adultos deben trabajar en sus propias frustaciones

Por Beatriz Goldberg – losandesestilopsicóloga, especialista en familia

Los hijos son, para algunas personas, como una continuación de ellas mismas como padres, en donde el mérito parece compartido, y el egocentrismo y proyección de frustraciones aparecen como protagonistas en los adultos.

A veces incluso los padres pueden llegar a competir con otros, respecto de sus hijos y sus habilidades (pensemos por ejemplo en un partido de fútbol), haciendo hincapié en frases como “mi hijo es mejor que el tuyo”, por ejemplo.

Acá lo importante es que muchas veces los chicos se ven presionados por las grandes frustraciones y cuentas pendientes de algunos padres, quienes terminan en general obligándolos a hacer actividades que no son de su agrado o vocación, haciéndolos competir con otros niños y exponiendo frente a los demás ese “saber”.

Algo que implica un verdadero golpe a la autoestima, ya que no sólo los comparan con otros chicos sino, incluso, con los propios hermanos.

El mensaje es que los adultos trabajen en sus propias limitaciones, frustraciones o problemas, dejando que sus hijos crezcan libres, sin prejuicios ni comparaciones.

Y, lo más importante, es que los padres sean capaces de transmitir a los chicos que siempre los van a querer; más allá de si se equivocan (o no) en alguna actividad, o de si brillan (o no) en ella, mostrando de las mismas lo que deseen, sin presiones ni mochilas que les son ajenas.